Pasaban las 9 de la noche cuando una multitud se concentraba en las orillas del Danubio para celebrar una nueva victoria electoral del polémico Viktor Orban. Uno de sus seguidores, sintetizaba, en declaraciones a medios extranjeros, el estado de opinión de una parte importante de la población húngara“Viva Trump, viva Putin y viva Orban”.
La ola nacionalista y xenófoba sigue recorriendo Europa. Las elecciones del pasado domingo 9 de abril siguieron el guion establecido y confirmaron el que será el tercer mandato del partido en el gobierno FIDESZ. Con una participación record (no se alcanzaban niveles de participación similares desde 2002), la formación conservadora e identitaria húngara consiguió alcanzar, junto con sus aliados democristianos KDPN, la mayoría de dos tercios que le permitirá realizar importantes modificaciones constitucionales.
Esta formación política, en la órbita del Front National francés o el Partido por la Libertad neerlandés, pretende proseguir con su camino iniciado en el año 2010. Los ejes más importantes hasta el momento han sido una política económica de carácter muy nacionalista, rechazo a las políticas de austeridad, un diseño a medida del poder estatal con control de los medios de comunicación y el poder judicial; y una controvertida reforma electoral que ha venido beneficiando sus propios intereses electorales.
Estas políticas han recibido la desaprobación de Bruselas, pero las mayores críticas han tenido lugar a raíz de la crisis de refugiados originada en el 2015. El controvertido presidente húngaro ha vertido infinidad de declaraciones, consideradas por muchos agentes sociales húngaros e internacionales, como islamófobas y xénofobas; además de fomentar la creación de obstáculos físicos en la frontera, las devoluciones en caliente de migrantes o la denegación sistemática del estatus de refugiado a los demandantes en el país centroeuropeo. La agitación de la bandera populista de la inseguridad frente a los migrantes, explica en parte el éxito electoral, además de la recurrente idea conspirativa de que la UE pretende reemplazar la población de Europa central, por refugiados venidos de oriente medio.
Especialmente significativo en esta campaña electoral de 2018 ha sido el conflicto que mantiene el presidente Orban con diferentes ONGs del país y con la Universidad Centroeuropea (De claro corte liberal). En la misma noche del domingo, representantes de FIDESZ amenazaron de nuevo la existencia deestas organizaciones, esta vez respaldados por una abrumadora mayoría electoral.
También preocupan las alianzas internacionales del poderoso líder húngaro. Conocidas son las relaciones con el partido populista polaco Ley y Justicia, que ha colocado a Polonia en el punto de mira de numerosas instituciones internacionales, especialmente la UE. Esto, sin embargo, a pesar de que se encuentra encuadrado en la familia del partido popular europeo.
Entre las muchas felicitaciones internacionales recibidas por Viktor Orban la pasada noche de domingo, destaca la de la dirigente del ultraderechista Front National, Marine Lepen, donde se congratulaba de esta victoria y donde señalaba una nueva fecha crítica para las instituciones europeas: Las elecciones al Parlamento europeo de 2019, donde finalmente se podrá medir el impacto real de esta preocupante ola nacionalista que, por ahora, sigue recorriendo Europa.