RECONOCIMIENTO DE LA DIVERSIDAD, INTERACCIÓN Y PERTENENCIA
“Los colectivos más vulnerables y los inmigrantes han sido doblemente castigados. Por la pandemia del coronavirus y por la gestión de sus gobiernos que se han preocupado más por salvar las grandes corporaciones”. Esta fue una de las denuncias de Nira Yuval-Davis, socióloga experta en identidad y ciudadanía, en su conferencia del 8 de junio dentro del ciclo “Por un futuro intercultural” de la plataforma Re-City organizado por la Fundació Catalunya Europa con La Caixa, el Club Roma y el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona, el Área Metropolitana de Barcelona y la Generalitat de Catalunya.
Aunque las medidas sanitarias por la pandemia le impidieron viajar a Barcelona, Nira Yuval-Davis pronunció su conferencia de forma online desde Londres, dónde es catedrática y directora honoraria del Centro de Investigación sobre Migraciones, Refugiados y Pertenencia (CMRB) en la Universidad de East London (UEL). La conferencia fue moderada por Silvia Carrasco, profesora de Antropología Social en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
La confluencia de dos pandemias: la Covid y el racismo.
”Actualmente estamos viviendo una época muy extraordinaria. No sabemos muy bien lo que sucederá pero tenemos claro que nada volverá a ser como antes del coronavirus", afirmó Nira Yuval-Davis. “De golpe nos hemos encontrado con que no sabemos ni podemos planear el futuro, y constantemente nos sentimos sorprendidos, débiles, precarios y vulnerables”. Un escenario que todavía se ha removido más con el asesinato de George Floyd en los Estados Unidos y las movilizaciones contra el racismo en todo el mundo bajo el eslogan “Las vidas de los negros importan” (#BlackLivesMatter). Según Yuval-Davis, esto “refleja la confluencia de dos pandemias: la de la Covid-19 y la del racismo, como consecuencia de las distintas crisis multifacéticas del neoliberalismo global que empezaron mucho antes de estas manifestaciones. Sobre todo, desde el estallido de la crisis económica en 2008”.
La socióloga británica hizo una radiografía de estas “crisis del neoliberalismo” dentro de las cuales podemos distinguir "tres grandes dimensiones, que se han construido mutuamente y se han dado forma las unas a las otras de maneras muy distintas y con distintas intensidades". Estas son las tres dimensiones o tipos de crisis causadas por el neoliberalismo global:
- Desigualdades sociales
- Gobernabilidades de los gobiernos
- Gobernabilidades de los pueblos
Según Yuval-Davis, de la misma forma que las personas reaccionamos de forma distinta al virus, “las comunidades también pueden reaccionar de forma diferente a cada una de estas crisis, y me atrevería a decir que no somos víctimas de la pandemia sino de la forma en que los distintos gobiernos y comunidades han gestionado la pandemia”.
Más neoliberalismo, mayores desigualdades sociales.
La experta en justicia social relató el impacto del coronavirus sobre comunidades ya castigadas por el neoliberalismo que los últimos años ha aumentado “las desigualdades sociales y económicas de manera intensa como consecuencia de la desregularización, las privatizaciones y los recortes en el sector público. Recortes que los efectos de la pandemia aún han puesto más de relieve”. En este contexto, señaló el Reino Unido y los Estados Unidos, como ejemplos de gobiernos de extrema derecha que han tenido que destinar grandes cantidades de dinero para mantener sus servicios básicos como la sanidad, el transporte o de asistencia social. “Sin embargo, todo este esfuerzo ha sido como poner una tirita en una herida enorme, que no ha podido evitar la muerte de muchísimas personas, ni el crecimiento de la pobreza ni la precariedad extrema para millones de estas”.
Ante este crecimiento de las desigualdades, Yuval-Davis quiso distinguir entre los distintos tipos de desigualdades que confluyen según Göran Therborn, catedrático emérito de Sociología en la Universidad de Cambridge. Se trata de las desigualdades vitales, existenciales y de recursos. Todas forman parte de las desigualdades sociales y han quedado expuestas por la pandemia del coronavirus.
Las desigualdades vitales se refieren a las oportunidades que tienen las personas, a lo largo de su vida, de crecer de forma saludable. Se evalúan a partir de las tasas de mortalidad, la esperanza de vida, la morbilidad y otros indicadores como la salud infantil. “Precisamente, durante la pandemia hemos visto como los grupos más perjudicados tenían que ver con la edad y la gente mayor ha sido con gran diferencia la más perjudicada de la población”, explicó Yuval-Davis. En cambio, las desigualdades existenciales tienen que ver con los atributos que constituyen a la persona, es decir, la autonomía, la dignidad, el grado de libertad, los derechos al respeto y al desarrollo de uno mismo. “Aquí hemos visto la diferencia entre aquellos que se han podido quedar en casa y los que no han tenido más remedio que acudir a su trabajo, incluso poniendo en riesgo su vida”, recordó la ponente. Finalmente, la desigualdad de recursos no solo refiere al acceso a los recursos económicos sino también culturales y otros tipos de capital social. Además de todo esto, hay que tener en cuenta otros factores de desigualdad como el entorno urbano o rural de la población, las políticas de los gobiernos locales, el tipo de gobernabilidad, u otros factores ambientales, de género o étnico, que también han influido en el impacto de la pandemia.
La gobernabilidad de los estados y el racismo sistémico.
Yuval-Davis denunció también que en países como Estados Unidos o el Reino Unido, las comunidades más vulnerables, de origen negro o inmigrante, han sido las más castigadas por la pandemia, evidenciando así el racismo sistémico instalado en la sociedad. Comunidades que han sido doblemente castigadas por la precariedad y por la Covid, y que además han sido olvidadas por sus gobiernos. Y es que, según Yuval-Davis, el neoliberalismo global se ha preocupado más por salvar las grandes corporaciones que por sus propios ciudadanos: “una vez más ha quedado demostrado el grado de interdependencia entre los sectores público y privado, y la falsa creencia de que no había forma de salvar al mundo sin salvar al sector privado”.
En este sentido, recordó que la socióloga y economista norteamericana, Saskia Sassen, ha observado como los gobiernos no solo han sido incapaces de representar los intereses de sus ciudadanos, sino que además han dado toda la fuerza al poder ejecutivo por encima del poder legislativo, hasta el punto que algunos parlamentos incluso han cerrado y han suspendido su actividad, lo cual ha generado además una crisis de gobernabilidad. “Es el poder ejecutivo el que ha gestionado las negociaciones, mientras que el poder legislativo ha tenido mucho menos poder y responsabilidades, dentro de un estado con una privatización creciente”.
Crisis de gobernabilidad de los pueblos (governmentality).
Según la socióloga y también consultora para organizaciones como Amnistía Internacional, esta crisis de gobernabilidad (governability) ha causado una crisis de gobermentalidad (governmentality). “Muchos ciudadanos se creyeron el modelo neoliberal según el cual su bienestar dependía de su propio éxito y riqueza. Es decir, que cada uno es responsable de su propia salud, su propia riqueza, su propio bienestar y su proyecto vital. Pero han ido viendo que eso no se materializaba, lo cual ha conducido a una crisis de gobernabilidad y de confianza en sus gobiernos. La gente se siente impotente y abandonada, que forma menos parte de una comunidad política, de una nación, y que han tenido menos éxito en el proceso de construcción de un gobierno y de una política gubernamental”.
Como ya sucedió en otras crisis anteriores como con el 11-S o el sida, los gobiernos han respondido con un proceso de “fronterización” cotidiana o cierre de fronteras, tal como Yuval-Davis relata en el libro “Bordering” (2019), escrito junto a otros autores. “Un hecho que demuestra el fenómeno paradójico de que bajo el neoliberalismo las fronteras no desaparecieron, sino que aumentaron, tanto dentro de los países como fuera y entre estos. En consecuencia, ello fuerza a muchos colectivos a vivir o sentirse atrapados en una especie de limbo precario, en zonas fronterizas sin ningún tipo de posibilidad de desarrollar una vida normal con derechos políticos, civiles y sociales”. Se trata de un proceso que ha ido acompañado del auge de movimientos populistas y nacionalistas con el fin de expulsar de los recursos del estado los ciudadanos extranjeros y marginarlos a nivel político, físico y social. Como ya hemos visto antes a lo largo de la historia “culpar a los otros y utilizarlos como chivo expiatorio ha sido una reacción ante la pandemia. Muy pocos países, excepto Irlanda y Portugal, han reconocido a todos los migrantes como miembros de pleno derecho y a poder percibir una renta mínima como sus conciudadanos”.
El “pesioptimismo” frente a los desafíos que amenazan la democracia.
Junto al fortalecimiento de las fronteras que está comportando una erosión de la democracia, Yuval-Davis alerto de otro gran desafío: las tecnologías ligadas a la Covid-19 que están desarrollando gobiernos autoritarios y liberales junto a empresas como Google u otras de reconocimiento facial que pueden amenazar nuestras libertades con un mayor control de la población. Un temor ya expuesto por el historiador, Yuval Noah Harari, que advierte que la pandemia puede llegar a normalizar la vigilancia biométrica que permitiría a las autoridades vigilar las emociones de las personas, sus estilos de vida y localizaciones. “Esto nos llevaría a la paradoja más extrema, un mundo sin fronteras en el que opera la tecnología más eficaz de control de fronteras” dijo la socióloga británica.
Al otro lado de la balanza, la ponente puso en valor la “respuesta positiva que ha causado la pandemia con el surgimiento de movimientos participativos inclusivos o de grupos de ayuda mutua en las comunidades locales. Debemos trabajar para desarrollar políticas sociales y de solidaridad para aportar cambios. Soluciones que tengan un enfoque holístico y se interrelacionen. Hemos visto mucha solidaridad y una gran reacción global contra el racismo y la violencia policial a raíz del asesinato de George Floyd en Minnesota. Y en Barcelona, en particular, una de las cosas que más me gustan es la cooperación entre los partidos políticos y los movimientos sociales a pesar de sus diferencias en muchos aspectos”.
Nira Yuval-Davis finalizo su conferencia mostrando la imagen de una joven negra manifestándose con un cartel donde podía leerse “no solo las vidas de los negros son importantes, sino todas las vidas”. Por ello, “todos debemos luchar, seamos del color que seamos. Y debemos canalizar el sentimiento de rabia y discriminación de forma que podamos alcanzar una realidad diferente, una realidad intercultural”, sentenció Yuval-Davis.
Finalmente, recordó al filósofo Antonio Gramsci y su concepto del “pesimismo de la mente y el optimismo del alma”, y al escritor palestino, Emile Habibi, que encuñó el término “pesioptimismo”. Dos ideas con las que Yuval-Davis hizo un llamamiento a mantener el optimismo, ya que “afortunadamente el confinamiento nos ha demostrado que tenemos a nuestro alcance muchos medios e instrumentos para transformar y desarrollar toda nuestra solidaridad de forma positiva, para organizarnos mejor y actuar como contrapeso al neoliberalismo global”.