Conferencia

Cafè Europa - From farm to fork: Política europea, respuestas locales



Durante los últimos años, la alimentación ha ido ganando terreno en el debate público y se ha convertido en uno de los pilares de la lucha contra el cambio climático y también en una cuestión de salud pública. Agricultura y alimentación han centrado el debate del Café Europa del mes de mayo, que ha contado con la participación de Ricard Ramon Sumoy, jefe de la unidad adjunta a la dirección general de Agricultura y Desarrollo Rural de la Comisión Europea y Álvaro Porro, comisionado de Economía Social, Desarrollo Local y Política Alimentaria del Ayuntamiento de Barcelona.

Para Ramon, la experiencia de la pandemia ha servido para confirmar la resiliencia de las cadenas de suministros de alimentos que, a pesar de la dureza de las primeras semanas de pandémica, no se llegaron a detener. Este hecho nos ha hecho ser más conscientes de la importancia de un sector que, a pesar de que sólo ocupa el 2% de la población, ocupa un 80% del territorio y garantiza el aprovisionamiento de alimentos al 100% de la población.

La Política Agrícola Común Europea, más conocida como PAC, ha sido uno de los grandes ejes de las políticas europeas, desde sus inicios. Las negociaciones de la nueva PAC entre Comisión y Estados miembros aún no se han cerrado, aunque se prevé que esto ocurra durante los próximos días, lo que demuestra el interés que despierta, a día de hoy, la política agraria europea. Ricard Ramon ha subrayado la importancia del crecimiento verde después de la gran crisis económica y, en ello, la PAC tiene un papel muy relevante. Los objetivos de la Comisión Europea, de caras en el 2030 es la reducción de un 50% de uso de pesticidas y de antibióticos, un 20% del uso de fertilizantes y la consecución de un 10% de la superficie agrícola con un alto valor para la biodiversidad. Además, la nueva PAC también se propone conseguir que el 25% de la superficie agrícola se base en un modelo de agricultura ecológica (las cifras actuales rondan el 8%). Europa, además, quiere conseguir que este estándares expandan al resto del mundo para que la agricultura europea no pierda competitividad frente a otras regiones del mundo con criterios ecológicos menos exigentes.

La Comisión Europea, además, se ha propuesto conseguir que la nueva PAC tenga un papel redistributivo. "No puede ser que un 80% de las ayudas vaya al 20% de los agricultores", decía Ramón. Además, desde Europa también proponen que aquellas explotaciones que hayan infringido la normativa laboral no puedan acceder a las ayudas europeas, una medida que, según Ricard Ramon, aún no cuenta con el apoyo de todos los Estados miembros.

Por otra parte, el papel del consumidor también es imprescindible. "De nada sirve que aumentamos la superficie destinada al cultivo ecológico si no hay un aumento de la demanda de estos productos", añadía. Hay, pues, informar al consumidor sobre las ventajas de consumir productos ecológicos y de proximidad con el fin de aumentar la demanda.

Las ciudades juegan un papel fundamental a la hora de incentivar a los nuevos hábitos de consumo. Álvaro Porro recordaba la frase que decía que esta cuestión "no era de la competencia de las ciudades, pero sí de la incumbencia". En efecto, aunque los ciudades no tienen capacidad reguladora ni presupuestaria, sí tienen un papel importante a la hora de acelerar e intensificar los cambios sobre el terreno de juego, para influir en un verdadero cambio de la cultura alimentaria.

Precisamente, Barcelona se ha convertido abanderada de este cambio, con la proclamación de la ciudad como capital mundial de la Alimentación Sostenible del 2021. Como decía Porro "no tiene sentido que Barcelona declare la emergencia climática si no tocamos el modelo alimentario ". También la ciudadanía tiene una voluntad de cambio, un 85% de barceloneses estarían dispuestos a hacer cambios en su dieta para luchar contra la emergencia climática. Pero aún hay una distancia importante entre lo que queremos hacer y lo que acabamos haciendo cuando consumimos. En este sentido, pues, las ciudades pueden jugar un papel de facilitadores de estos cambios.

El tipo de alimentación, además, no sólo incide en la lucha contra la emergencia climática, sino también en la salud pública. Un estudio realizado por el Ayuntamiento de Barcelona indicaba que un 12% de los niños tienen sobrepeso. Pero aplicando la lupa de barrio, la brecha es muy importante, ya que en los distritos más desfavorecidos el porcentaje se doble, mientras que en las zonas más acomodadas el porcentaje es mucho más bajo.