La jornada "Ferrocarril, ciudades y medio ambiente", celebrada en la emblemática Estación de Francia y organizada por The New Barcelona Post en colaboración con Renfe y la Fundación Catalunya Europa, puso sobre la mesa las oportunidades y retos del transporte ferroviario en el contexto de las ciudades del futuro. Los participantes destacaron que las ciudades y sus entornos metropolitanos enfrentan problemas como la contaminación, la falta de acceso a la vivienda y la cohesión social. En este escenario, la movilidad, y especialmente el ferrocarril, se presenta como una pieza clave para articular soluciones.
Fotografías de Albert Armengol.
Expertos de diversas disciplinas coincidieron en que el ferrocarril puede desempeñar un papel crucial no solo en la lucha contra el cambio climático, sino también en la vertebración urbana y en la mejora de la calidad de vida en las ciudades. Pau Solanilla, consultor y socio de Harmon, defendió que el ferrocarril puede ser un elemento clave para lograr un equilibrio entre competitividad, sostenibilidad y equidad en las ciudades, destacando su papel cohesionador y su potencial para resolver los problemas de acceso a la vivienda.
Manuel Gómez Acosta, consejero de Renfe, valoró la contribución del tren a la descarbonización del transporte, resaltando que, aunque la movilidad genera el 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero, el tren emite menos del 0,5%. Añadió que el sistema de Cercanías funciona como un "metro metropolitano", esencial para el desarrollo territorial. Además, Acosta y la periodista Cristina Buesa subrayaron la importancia de los trabajadores en el buen funcionamiento del sistema ferroviario, un factor clave en el debate sobre el traspaso de competencias de Cercanías a la Generalitat.
En la misma línea, Dolors Camats, directora de la Fundación Catalunya Europa, destacó que el tren es una herramienta fundamental para combatir la emergencia climática e insistió en que no se está avanzando lo suficientemente rápido ni bien en esta dirección. Camats defendió la necesidad de una participación ciudadana más activa en los debates sobre las políticas de movilidad y el futuro del ferrocarril. También recordó la visión de Pasqual Maragall, según la cual las ciudades no solo deben gestionar su espacio local, sino que deben actuar como actores globales, con capacidad para influir en los debates internacionales.
Durante la segunda mesa redonda, la doctora Mercè Rius subrayó el papel del ferrocarril como aliado para combatir el cambio climático, pero advirtió que el propio clima representa un riesgo para las infraestructuras ferroviarias. Jordi Solé, investigador, añadió que los eventos meteorológicos extremos serán cada vez más frecuentes, lo que pone en peligro la resiliencia de las infraestructuras actuales.
Otro tema relevante fue la integración del ferrocarril en las tramas urbanas. Se debatió si las vías deben pasar a través de las ciudades o soterrarse, un aspecto sobre el cual los expertos expresaron diferentes opiniones, con algunos como Solanilla argumentando que el soterramiento no es viable en muchos casos, mientras que otros defendieron la necesidad de hacerlo en municipios específicos.
Finalmente, se destacó la necesidad de recuperar las conexiones ferroviarias nocturnas, como la línea entre Barcelona y Ámsterdam, que estaba prevista para 2025 pero que se pospone hasta 2026. Estos proyectos forman parte de un impulso hacia una movilidad más sostenible, en la que el ferrocarril jugará un papel cada vez más relevante en la descarbonización de los desplazamientos y en la vertebración del territorio.
En definitiva, la jornada concluyó que el ferrocarril es una herramienta fundamental para la transformación de las ciudades y para abordar los desafíos globales relacionados con el cambio climático, la movilidad sostenible y la cohesión social.
