El estudio galardonado por el Premio "Catalunya Europa Siglo XXI" analiza el éxito de los comicios al Legislativo a la hora de democratizar la UE.
Las elecciones al Parlamento Europeo de 2014 fueron excepcionales. Por primera vez, los candidatos de los partidos comunitarios compitieron en una campaña electoral por todo el continente. Y una mayoría de diputados eligió el presidente de la Comisión. Un proceso que ha servido para hacer que el Legislativo comunitario funcione como cualquier Parlamento nacional, ayudando a democratizar la UE. Hacer que los ciudadanos de la Unión sientan esta Cámara como propia, sin embargo, será más complicado. Estas son algunas de las conclusiones del trabajo ganador de la IV Edición del Premio "Catalunya Europa Siglo XXI", organizado por la Fundació Catalunya Europa (FCE). El guardón cuenta con el apoyo de la Fundació Banc Sabadell.
Antoni Castells, presidente del Consejo Asesor de la FCE, condujo ayer el acto de entrega del premio, celebrado en el Aula Europa, sede de las Instituciones europeas en Barcelona. El evento también sirvió para organizar el debate "El Malestar Democrático: Respuesta Europea o Repliegue Nacional?", Con Javier Solana, presidente de ESADE Center for Global Economy and geopolítico; Carlos Carnero, director gerente de la Fundación Alternativas; y Carme Colomina, periodista del diario ARA e investigadora asociada al CIDOB. Los ponentes apuntaron en una dirección parecida a la del estudio galardonado: hay progresar en la integración del club comunitario, para hacer frente a los retos que afronta la Unión.
El Premio "Catalunya Europa Siglo XXI" tiene por objetivo dar un reconocimiento a los trabajos de investigación aplicada que ayuden a conocer y entender los retos que afronta la Unión Europea. Es el caso del documento ganador, "Of Spitzenkandidaten and European Leaders: The 2014 EP Presidential Campaign in the contexto of the EU legitimization process". Su autor es Francesco Camonita, doctorando en Geografía y Cooperación Europea Transfronteriza por la UAB. Camonita remarcó el valor de los comicios, en tanto que fue la primera vez que "el Parlamento Europeo lanzaba una campaña de manera autónoma". Los partidos europeos se acostumbraron a funcionar como sus equivalentes en los Estados, organizando campañas electorales alrededor de sus cabezas de lista. Y el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, fue elegido con la mayoría de los votos de la Cámara, aunque "Reino Unido y otros Estados intentaron torpedear el proceso".
¿Sirvieron los comicios para politizar la ciudadanía europea? Camonita se mostró cauteloso. Las elecciones, recordó, no han servido para aumentar la participación. La clave, sostuvo, estará en los comicios de 2019: sería necesario que la campaña electoral adquiriera mayor relevancia a la prensa y los temas europeos centraran la agenda pública.
En una dirección similar se expresó Castells, quien destacó "el papel de las elecciones europeas en formar un Ejecutivo comunitario, por encima de los intereses nacionales". El presidente del Consejo Asesor de la FCE moderó el debate, poniendo sobre la mesa los "múltiples desafíos" que afronta la UE: las crisis de la eurozona y de los refugiados o el Brèxit son algunos. "Ante estos desafíos, algunos proponen más integración. Otros un repliegue nacional ", describió Castells. La lógica de los comicios en Estados tampoco ayuda: "hace que Europa no esté presente, o esté por daño". ¿Qué hacer, entonces? Para él, la solución es evidente: "Estados pierden soberanía ante los mercados, Europa es la respuesta".
Carnero recordó la novedad del proyecto europeo, "la primera democracia supranacional". Y se mostró optimista: "Ante los desafíos, la democracia supranacional en la UE se ha perfeccionado". Con el tratado de Lisboa, las decisiones requieren el apoyo del Parlamento comunitario, además del Consejo Europeo y la Comisión Europea. Y, "después de las elecciones de 2014, las coaliciones [entre partidos] al Parlamento Europeo ya son oficiales, dando lugar a un gobierno" a la Comisión, recordó. Queda mucho por hacer -Listas transnacionales, no estatales, los comicios comunitarios, que el tipo de circunscripción no cambie en función del país-, pero se ha avanzado hacia la integración. Carnero reclamó, además, "una nueva convención" para ir en esta dirección.
Colomina, sin embargo, se mostró más escéptica. Ex corresponsal en Bruselas, percibe un interés de los ejecutivos estatales en tomar las decisiones en solitario, de forma "intergubernamental". La crisis económica, además, lleva a una "paradoja": "Somos más conscientes [como ciudadanos] del papel de la UE, pero no tenemos conciencia de un destino común". Para la investigadora del CIDOB, las raíces del problema se encuentran en el rechazo de Francia y Holanda a la Constitución Europea. En "tratar como euroescepticismo la crítica en la UE", y en "la inhibición de las instituciones de la Unión ante el populismo". La periodista del diario ARA reclamó "más iniciativa política" a las instituciones europeas, "para hacer frente al repliegue nacional de los Estados".
Para Solana el desencanto nace de la crisis, la austeridad y la destrucción de puestos de trabajo. "¿Cómo se puede transmitir a Europa a un joven que se encuentra en paro, y que no ve ventajas en la Unión?", se preguntó. Y pidió que la UE trabaje para recuperar el consumo. "Draghi [presidente del BCE] ya hizo algo de eso" al rebajar los tipos de interés y tirar el programa de estímulos cuantitativos, añadió. Para Solana la política de defensa supone otra oportunidad de mostrar a la ciudadanía la utilidad del proyecto europeo: "Habría tenido más sentido que actuáramos conjuntamente en Siria, porque es menos costoso y porque afecta a nuestra seguridad interior y exterior". Una Europa unida puede gestionar mejor la llegada de los refugiados. Pero también afrontar los retos del terrorismo. Y ayudar a resolver el conflicto.