Conferencia

La politóloga y filósofa fue la ponente invitada a la conferencia anual de Legado Pasqual Maragall

Chantal Mouffe: "La respuesta al populismo de extrema derecha debe ser política y no moral"



"El conflicto no debería ser erradicado, porque la especificidad de las democracias pluralistas reside precisamente en el conflicto, lo que la democracia requiere es que los demás no sean vistos como enemigos que deben intentar destruir, sino como adversarios, las ideas de los que serán combatidas, pero al que nunca se negará el derecho a defenderlas ". Lo decía Chantal Mouffe, politóloga y filósofa y una de las iniciadoras de la corriente postmarxista, que fue la ponente invitada a la conferencia anual del legado Pasqual Maragall, que organiza anualmente la Fundación Cataluña Europa con el apoyo de la Fundación RBA, que cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Cataluña, y que se celebró este diciembre en la sede de la editorial

Gemma Sendra, presidenta de la Fundación Catalunya Europa, dio la bienvenida al acto y destacó la labor realizada por la Fundación a la hora de confrontar mundo académico con el mundo social y mundo político. Por otra parte, el catedrático de ciencias políticas de la Universidad Pompeu Fabra, Ferran Requejo, introdujo Chantal Mouffe y explicó la importancia de sus tesis en el ámbito de la teoría política. Decía Requejo que "Mouffe nos dice qué es la política y cómo podemos pensar bien. La tradición política occidental piensa la política desde el punto de vista racionalista, pero no es realista, las pasiones están para quedarse ", añadía Requejo. Según el profesor de la UPF, Mouffe aporta otro elemento de reflexión importante sobre qué debería ser la política.

La tesis de la filósofa y politóloga Chantal Mouffe, gira en torno a la teoría agonística. Para adentrarse en este concepto hay que entender, en primer lugar las teorías políticas dominantes del momento actual. Para Mouffe, existe una incapacidad creciente para concebir los problemas que enfrenta nuestra sociedad en términos políticos. Esta realidad que ella llama "post-política" conduce a una creciente desafección de las instituciones democráticas y liberales, y esto se manifiesta en una disminución de la participación electoral y, sobre todo, con la atracción que ejercen los partidos populistas de derechas que desafían el establecimiento de la política.

En parte, Mouffe atribuye esta incomprensión en el análisis que se hace de la realidad política desde uno de los corrientes teóricas actualmente dominantes, el de la democracia deliberativa, cuyo objetivo es la creación de un consenso racional mediante procedimientos deliberativos. En este marco teórico, los que insisten en la importancia del conflicto, dice Mouffe, son acusados ??de poner en cuestión la propia idea de la democracia. Para la politóloga esta percepción tan racionalista conduce al actual desplazamiento de lo político en el ámbito jurídico, considerado el terreno adecuado para conseguir decisiones "imparciales". Esta perspectiva, además, no entiende fácilmente la formación de las identidades colectivas y el rol crucial de la dimensión afectiva en las formas colectivas de identificación. La negación de la importancia de los afectos, conduce a la impotencia y la incapacidad actual para captar la naturaleza y las causas del nuevo fenómeno del populismo de derechas que emerge con fuerza en Europa.

 

Una percepción racionalista conduce al actual desplazamiento de lo político al ámbito jurídico

 

 



Las identidades colectivas tratan de la creación de un "nosotros", que sólo puede existir si existen unos "ellos". Esto no significa que esta relación sea antagónica, pero sí siempre existe la posibilidad de que esta relación entre "nosotros" y "ellos" se convierta en una relación de amigos y enemigos. Esto sucede cuando los "otros", que hasta entonces sólo se habían considerado diferentes, empiezan a ser percibidos como una amenaza a la propia existencia. Para Mouffe, la teoría agonística no pretende erradicar el conflicto, necesario por otra parte a las sociedades democráticas, sino que lo que se requiere es que los demás no sean vistos como enemigos que uno debe destruir, sino como adversarios que se 'deben combatir. Lo que es importante es que el conflicto no adopte la forma de un antagonismo (enfrentamiento entre enemigos), sino de un agonismo (enfrentamiento entre adversarios). La diferencia esencial es que con el adversario se comparte una lealtad común de respeto a los principios éticos-políticos de la democracia pluralista, esencialmente la libertad e igualdad, aunque puede haber un disenso en su interpretación. La lucha agonista es, según Mouffe, la condición misma de una democracia viva.

 

El agonismo requiere que los demás no sean vistos como enemigos que uno debe destruir, sino como adversarios que se deben combatir

 

Para la politóloga, es la incapacidad de los partidos tradicionales de proporcionar formas diferentes de identificación alrededor de posibles alternativas el que ha creado el terreno adecuado para la actual emergencia del populismo de derechas. Los partidos populistas de derechas han sido los únicos que han intentado movilizar pasiones y crear formas colectivas de identificación. En gran medida, su éxito es que proporcionan a la gente una alternativa al sistema de globalización neoliberal.

Para elaborar una respuesta adecuada, es imprescindible entender las condiciones políticas y económicas que explican el surgimiento de estos partidos. Para detener el ascenso de los partidos de extrema derecha hay que diseñar una respuesta propiamente política y no moral. Esta respuesta política sólo se puede dar a través de un movimiento populismo de izquierdas, que unifique todas las luchas democráticas de la post-democracia. El objetivo del populismo de izquierdas debería ser recuperar la democracia para profundizarla y ampliarla, mientras que el populismo de izquierdas quiere limitar a unos pocos. Hay por tanto el establecimiento de una cadena de equivalencias entre feminismos, clase trabajadora, colectivo LGTBI, siempre teniendo en cuenta la dimensión ecológica, que debería estar en el centro del proyecto de cualquier movimiento de izquierdas.

El acto terminó con la intervención de Pau Villòria, en nombre de la Generalitat de Catalunya y finalmente, se sirvió una cena-refrigerio para todos los asistentes.