El 17 de mayo de 1990, la Organización Mundial de la Salud descatalogó, finalmente, la homosexualidad como enfermedad. 14 años después, en 2004, un gran número de organizaciones activistas de la diversidad sexual y de identidad de género decidieron que en esta fecha debía conmemorarse el día internacional contra la Homofobia, la Transfobia, y la Bifobia. Desde entonces, un gran número de organismos internacionales se han sumado a esta iniciativa, entre ellos el Parlamento Europeo primero, y posteriormente todo el entramado institucional de la Unión Europea. Se ha convertido en un día repleto de actos reivindicativos pero también en una fecha señalada para hacer balance de la situación del colectivo y de las muchas discriminaciones que, aún hoy en día, siguen en vigor.
La Unión Europea es, sin duda, la organización internacional que más se ha preocupado por crear un marco de protección legal para las personas LGBTI. La cláusula antidiscriminatoria por motivos de orientación sexual introducida en el Tratado de Ámsterdam de 1999 supuso una verdadera revolución jurídica en este campo, que se vino a completar con el Tratado de Lisboa del año 2007 y con el artículo 21 de la Carta de Derechos Fundamentales Europea que ofrecía una verdadera protección jurídica que desplegaba sus efectos en todos los países miembros.
Sin embargo, la situación aún difiere mucho entre los diferentes países comunitarios. La nueva ola populista que ha sacudido a gran parte de los gobiernos europeos, ha venido acompañada de políticas impregnadas de homofobia y transfobia, impidiendo que el desarrollo en esta materia sea igual en toda Europa. Por ejemplo, Polonia y Hungría han venido desobedeciendo sistemáticamente las indicaciones de la Comisión en la materia.
Pero sin duda la situación más preocupante se encuentra en el terreno de lo social. La Agencia Europea de Derechos Fundamentales (FRA), el organismo comunitario que más se ha implicado en la lucha contra la LGBTIfobia; lanzó un ambicioso estudio que concluyó que casi la mitad de las personas homosexuales entrevistadas (el 47%) habían sufrido algún tipo de discriminación por su orientación sexual; uno de cada cuatro habían denunciado ser víctima de asaltos o amenazas violentas en los últimos cinco años; y alrededor de un 10% habían sido atacado físicamente en los últimos 12 meses.
Además este estudio ponía el foco en los centros escolares, donde dos tercios de los entrevistados aseguraban haber tenido que ocultar su orientación sexual debido al miedo que les producía las posibles consecuencias en forma de bullying o violencia. De hecho, una abrumadora mayoría recordaba episodios de acoso durante esta etapa escolar.
El entorno laboral (el riesgo al despido y la calidad del entorno de trabajo) y los espacios urbanos no son una excepción y también mostraban pautas similares. Un 75% de las personas LGBTI europeas evitan o han evitado mostrarse visibles en ciertos lugares públicos como el transporte colectivo por temor a ser acosados, amenazados o atacados.
Pero especialmente grave es la situación de las personas trans, quienes presentan unos niveles aún más preocupantes de acoso social y bajísimos índices de inserción laboral. A esto se une que su situación legal y su acceso a la sanidad gratuita, varía enormemente de un país a otro. De hecho, a pesar de que el Parlamento Europeo se ha pronunciado en diferentes ocasiones a favor de abogar por la despatologización, el resto de instituciones comunitarias se mantienen, por el momento, en un vergonzoso silencio.
El estudio de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales concluía con una idea bastante clarificadora: En aquellos países que más se había apostado por políticas de protección de la comunidad LGTBI, los índices de acoso que se mostraban eran mucho menores.
Este nuevo 17 de mayo esta idea deberá ser recordada y repetida. La protección de las personas LGTBI debe ocupar un lugar central en la agenda europea, y la mejor manera es promover cambios legales reales que acompañen políticas de sensibilización, porque los derechos LGTBI o son otra cosa que derechos fundamentales sobre los que se asienta la construcción europea.
Foto: Levi Saunders a Unsplash